Regina pasaba sus recreos con una sola amiga. Angélica, quien se hacía llamar Angie, hija única, rechonchita de cara bonita. Pasaban los 30 min. de descanso mirando una fotografía de George Michael, recortada de una revista. Iban en segundo de prepa.
Pasaron de año y se convertirían en las grandes del Colegio. Época de decisiones. Después de hacer el tedioso examen de orientación vocacional, Angie se decidió por Administración de Empresas. Regina sin saber todavía que quería hacer se decidió por el área que no tuviera matemáticas.
Angie, nunca dijo nada, pero resentía la decisión de Regina, por primera vez se separarían. Angie era demasiado tímida para empezar nuevas amistades, así que pasaba los recreos sola, observando a las demás.
Llegó Blanca a la escuela, la habían expulsado ya de varios Colegios por mala conducta. Blanca con su mamá, esperaban entrevistarse con la madre superiora y con la coordinadora. Su mamá habló primero, y después la madre superiora le dio la palabra a Blanca. Ella ofreció a su público una actuación magistral. Conmovió a las monjas con sus ruegos, prometió (y parecía sincera), que si le daban una oportunidad sería buena y devota. Trabajaría duro para ser un ejemplo para las demás. Concluyó diciendo que había aprendido la lección y que no las decepcionaría. Las monjas no pudieron resistir la historia de la hija prodiga.
Blanca, tenía fuego dentro, de cabello rubio y cuerpo desarrollado, era un cometa que a su paso dejaba una estela de cristales y energía magnética, imposible pasarla por alto. Regina no fue la excepción.
Blanca y Regina salían juntas, nunca faltaban los muchachos. Regina pronto aprendió que hacer y que decir para que en casa la dejaran, “dormir en casa de Blanca”. Llamaba por teléfono y pedía permiso.
-Sí mamá, nos vamos a quedar a terminar un trabajo.
-Sí mamá, aquí esta la mamá de Blanca. ¿Quieres hablar con ella?
-Sí mami, no nos vamos a acostar tarde.
-Ok, te veo mañana.
-Bye.
Regina se las arreglaba para permanecer virgen, para Blanca eso era anticuado. Regina tenía novios, amigos, conocidos conservando la ilusión de entregarse a su verdadero amor.
Una de esas veces “que se quedaron haciendo un trabajo”, fueron a la disco Desire. Pasaron por ellas un par de galanes, uno de ellos amigo del primo del cuate de la puerta, así que no tuvieron bronca para entrar. Conocían también al bartender por que era el hermano de una compañera de la escuela, así que el alcohol no escaseaba. No sabían beber y con el segundo trago ya estaban hasta la madre, bailaban con sus galanes, hablaban a gritos e iban al baño cada 20 min. para ponerse al tanto de lo que estaba pasando. Salieron del lugar tambaleando, abrazadas de sus galanes.
Blanca se encontró a unos viejos amigos, Omar y el “Ric”. Entusiasmada los saludo de beso y abrazo, cosa que no le pareció a su acompañante. Regina no recuerda como comenzaron los golpes, lo único que recuerda, fue ver volar los puños en el aire, después recuerda verse a ella misma tratando de separar a los hombres y buscando a Blanca por todos lados, Blanca estaba tirada en la banqueta, con las piernas abiertas, y falda mal puesta, Blanca nunca usaba ropa interior.
Los “gorilas” de la disco habían intervenido y habían podido parar la bronca, el aire se notaba tenso, los galanes sangraban.
El “Ric”, le mentó la madre a todos, se limpió la sangre de la boca y se fue. A Omar en cambio no le habían tocado los madrazos, encontró a Regina tratando de arreglar a la desordenada Blanca, trataba de cargarla pero era muy grande para Regina. De los iniciadores de la bronca, nada más se supo, los valientes acompañantes las habían dejado allí a media calle. Omar muy caballeroso le ofreció a Regina llevarlas a su casa.
Omar y ella subieron a Blanca al carro, Blanca tuvo la cabeza fuera de la ventanilla todo el camino, Regina se moría de vergüenza no hablaron mucho durante el largo camino. Por fin, habían llegado, Blanca tambaleándose y repitiendo frases sin sentido subió las escaleras, Regina dijo buenas noches, paradita sobre la banqueta, Omar se acercó para darle un beso en la mejilla, para ese entonces con el susto y el frío ya se le había bajado la peda, gracias al alumbrado público, pudo distinguir un dije de oro en forma de cedro que llevaba Omar al cuello. Tenían 17 años.
La cruda de Blanca estuvo espantosa, la mamá no se dio cuenta. Regina se entero que el padre de Omar era libanés, lo que explicaba las pronunciadas cejas y el cedro.
Había pasado una semana, sin mucha corte se encontraron en un sillón de la ruidosa disco besándose. Omar pasaba su mano por debajo de la blusa de Regina, ella pretendía apartarlo. En realidad, no quería que él se diera cuenta del papel higiénico que rellenaba su brassiere, Blanca en cambio nunca necesitó hacer eso, (no usaba brassiere).
Sorprendentemente Blanca, todavía no había causado ninguna queja en la escuela, había aprendido bien a disimular, había aprendido a esconder mejor los cigarros y el maquillaje.
Omar y Regina tenían un mes saliendo, ella no se atrevía a preguntarle si eran novios, lo que la hacía sentir un poco incómoda, pero no la detenía para aplacar las hormonas donde se pudiera. Él estacionaba el auto en una calle no muy transitada, y daban vuelo a la carne mientras escuchaban el radio. De repente ella lo apartó y le dijo: -¡Me encanta esa canción!, ¿Sabes como se llama?. -“You´re my everything” de Blue Dimension. –¡Me encanta, me encanta!. Omar dijo: - yo tengo el disco. ¿si quieres te lo puedo prestar?, -Sí, por favor. –¿Podemos ir a mi casa por él?, no está lejos. –No sé, me da pena con tus papás. –No están, regresan más tarde. ¿Vamos?. Regina de reojo pudo notar la inocultable erección de Omar, él trataba de esconderla con el suéter. –No sé. Ya es tarde. –Vamos Regina, no nos tardamos nada. Ella no dijo que sí, pero tampoco dijo no.
Cuando se dio cuenta, se encontraba en el cuarto de Omar, acostada en la cama con la blusa abierta sus pequeños pechos se asomaban por el corpiño. Omar estaba encima de ella, completamente vestido. Podía sentir la erección de Omar, ella vestía pantalones, todavía puestos. Omar la distraía con besos. Regina no supo como, pero cuando se dio cuenta tenían compañía. El miembro de Omar estaba tan presente que parecía otra persona. Ella sintió como se le iba el color, era la primera vez que veía a un pene de cerca. En cuanto pudo moverse, apartó bruscamente a Omar, se puso de pie y se tapó el pecho. Repetía una y otra vez –No, por favor, no puedo, No por favor, no puedo. Imposible callarla.
Él y su miembro seguían boca arriba en la cama. –Regina, no me puedes dejar así, ¿que no ves?, me puede hacer daño.
Regina del susto soltó a llorar, entre sollozos le rogaba a Omar que la llevara a su casa. Su cabeza daba vueltas pensando en lo que le diría Blanca, pensaba en su mamá, pensaba en el vestido blanco que imaginaba para su boda. Mientras más pensaba más ganas le daban de llorar.
-¿Entonces qué?, ¿no me vas a ayudar?.
Ella lloraba histérica, le rogaba:
-Llévame a mi casa, por favor, llévame a mi casa.
Omar no tuvo más remedio que hacerse justicia por su propia mano, Regina sollozaba, sentada en el suelo en un rincón echa bolita con la cabeza en las rodillas.
En cuanto llegó a su casa, Regina llamó a Blanca. Blanca trataba de calmar a su traumatizada amiga, de vez en cuando se burlaba un poco de ella para bajar la tensión.
-Regina, no inventes. En serio que no muerde. No sabes de lo que te estas perdiendo.
-Ok, y que más. Ya cálmate que no te hizo nada.
-Y, ¿bueno ya pusiste el disco?.
-¡Qué!, ¡se te olvidó el disco en el carro!. ¡Te pasas!.
Fabiola
Agosto de 2004